lunes, 8 de octubre de 2007

LA PALESTINA QUE NADIE VE

No hace mucho tiempo, paseando por las calles de la ciudad vieja de Nablus, en el noroeste de Palestina, por una de las muchas callejuelas de aquel laberinto de antiguas casas, entramos en una pequeña tienda (mejor no decir en cual, pues nunca se sabe hasta donde llegan las maquiavélicas garras del monstruo del espionaje israelí). Mientras merodeábamos por la tienda nos dimos cuenta de que unos jóvenes palestinos nos observaban, de repente uno de ellos se nos acerco y nos dijo que los siguiésemos. Con mucha curiosidad lo acompañamos hasta lo que parecía ser el sótano de aquella tienda. Nos miraron y con una gran sonrisa en la cara, como si estuviesen a punto de mostrarnos el mayor tesoro del mundo nos abrieron la puerta de lo que parecía ser la Cueva secreta de Ali Baba. Y realmente lo parecía, aunque lo que aquello guardaba en su interior era mucho más que un tesoro, aquello tenía un valor incalculable, pues era el vivo reflejo del sentimiento de la juventud palestina. Algunos jóvenes palestinos, al ver la destrucción a la que esta siendo sometida su ciudad tomaron esta desición (y digo “esta siendo sometida” porque cada día, incluyendo hoy, los soldados israelíes entran en la ciudad de Nablus y detienen a personas cuyo único delito es ser joven y palestino). Cada noche se oyen disparos, cada día hay destrucción. Los soldados, tanques y buldózeres no respetan nada, están destruyendo casas, mezquitas, sin importarles si dentro hay personas o si son edificios con siglos y siglos de antigüedad. Ante esta situación los jóvenes, como nos explicaron, sentían miedo de que su pueblo y su cultura desapareciesen. De manera que cada vez que el ejército israelí destruía una casa, ellos iban y rescataban todos los objetos antiguos que encontraban y con estos habían montado una especie de museo. Que en realidad es mucho más que un pequeño museo, es un sentimiento plasmado entre las cuatro paredes de aquel sótano. Es la sensación de que el gobierno israelí va a destruir su identidad, y precisamente deben ser ellos quienes hagan algo al respecto, pues la propia experiencia les había demostrado que a los demás nada nos importa, y que el resto de países hace demasiado tiempo que se olvidaron de ellos. A este pequeño gran museo no creo que nunca le den el premio Príncipe de Asturias a la Concordia, como se le concedió al museo del holocausto en Jerusalén; pero lo que tengo muy claro es que si antes no lo destruye el ejercito israelí, llegará un día en el que al volver a visitar este museo de los jóvenes de Nablus descubriremos que lo que Palestina esta sufriendo también es un verdadero holocausto.

http://www.indymedia.org/en/2007/10/893535.shtml

http://www.lavozdeasturias.es/noticias/noticia.asp?pkid=369595

http://foros.elpais.com/index.php?showtopic=8104